jueves, febrero 26, 2015

El precio psicológico de ser emprendedor




Estimados seguidores, les acerco la traducción de esta nota como primer post del 2015. Es un poco largo pero si sos emprendedor (o querés serlo) vale la pena leerlo....

Con seguridad Bradley Smith es inequívocamente un suceso empresarial. Es CEO de Rescue One Financial, una compañía de servicios financieros con base en Irvine, California que tuvo ventas de aproximadamente $32 millones el año pasado. La compañía de Smith ha crecido un 1,400 por ciento en los últimos tres años, posicionándose en el Inc. 500 de este año como número 310. Uno nunca podría imaginarse que solo cinco años atrás Smith estaba al borde de la ruina financiera-- y colapso mental.
En el 2008 Smith trabajaba largas horas asesorando nerviosos clientes acerca de cómo salir de sus situaciones de endeudamiento. Pero su actitud calma escondía un secreto: él compartía los miedos de los clientes. Como ellos, Smith se encontraba cada vez más endeudado. Él se había endeudado, en primera instancia, al crear su compañía financiera. “Yo escuchaba cuan deprimidos y exhaustos estaban mis clientes, pero en mi cabeza pensaba para mí mismo, yo tengo el doble de deuda que tu” recuerda Smith.
Había cobrado sus 401 (k) y llegado al máximo de una línea de crédito de $ 60,000. Había vendido su Rolex comprado con su primer cheque ganado en su temprana carrera de corredor de bolsa. Y se había humillado ante su padre--el hombre que lo educó bajo máximas como “la plata no crece de los árboles” o “nunca hagas negocios con la familia”—al pedirle $10,000, que recibió con un 5 por ciento de intereses luego de haber firmado un pagaré.
Smith proyectaba optimismo a sus cofundadores y 10 empleados pero sus nervios se dispararon. “Mi esposa y yo compartíamos en la cena una botella de vino de $5 y simplemente nos mirábamos,” dice Smith. “Sabíamos que estábamos cerca del abismo.” Luego, la presión se volvió peor: la pareja se enteró que estaban esperando su primer hijo. “Hubo noches sin dormir, mirando al techo,” relata Smith. “Me despertaba a las 4 de la mañana con mi mente exaltada, pensando sobre esto y aquello, sin poder parar, preguntándome, cuándo va a terminar esto?” Luego de ocho meses de una ansiedad constante, la compañía de Smith finalmente comenzó a ganar dinero.
En nuestra cultura los emprendedores exitosos pasan a tener el estatus de héroes. Idolatramos a los Mark Zuckerbergs y los Elon Musks. Y celebramos el increíblemente rápido crecimiento de las compañías Inc. 500. Pero muchos de esos emprendedores, como Smith, esconden demoños secretos: antes de lograr su éxito pasaron por momentos de ansiedad extrema y desdicha—tiempos en los que parecía ser que todo se derrumbaría.

Hasta hace poco, admitir estos sentimientos era tabú. En vez de mostrar vulnerabilidad los emprendedores llevaban a cabo lo que los psiquiatras llaman impression management—también conocido como “forzarlo hasta que lo logres.” Toby Thomas, CEO de EnSite Solutions, explica este fenómeno a través de su analogía favorita: un hombre montando un león. “La gente lo mira y piensa, este tipo de verdad sabe lo que hace! Es valiente.” Dice Thomas.  “Y el hombre sobre el león está pensando, ‘¿Cómo diablos hice para subirme a un león, y cómo evito que me coma?”

No todos los que atraviesan el lado oscuro logran salir de él. En enero, el conocido Jody Sherman, 47, fundador del sitio de e-commerce Econom se quitó su propia vida. Su muerte shockeó a la comunidad del start up. También revivió la discusión sobre entrepreneurship y la salud mental que había surgido dos años antes, a partir del suicidio de Ilya Zhitomirskiy, de 22 años cofundadora de Diaspora, un sitio de social networking.
Últimamente mas emprendedores han comenzado a hablar sobre sus luchas internas, para así tratar de combatir el estigma que existe sobre la depresión y la ansiedad que les hace tan difícil buscar ayuda a aquellos que lo sufren. En un post profundamente personal llamado “When Death Feels Like a Good Option,” Ben Huh, CEO de la página web de humor Cheezburger Network, escribió sobre los pensamientos suicidas que tuvo luego de un fracaso en un start up en el 2001. Sean Percival, ex vicepresidente de MySpace y cofundador del start up Wittlebee, de ropa para niños, escribió una pieza llamada “When It's Not All Good, Ask for Help” en su sitio web. “Estuve al borde del abismo y volviendo del mismo algunas veces en este último año en lo que respecta mi negocio y mi propia depresión,” él escribió. “Si estas a punto de perder el rumbo por favor contáctame.”

Brad Feld, director general de Foundry Group, empezó en octubre a escribir en su blog sobre su último episodio de depresión. El problema no era nuevo—el destacado arriesgado capitalista había luchado contra sus desorden emocional a lo largo de toda su vida—y no esperaba una gran reacción. Pero luego llegaron los emails. Cientos de ellos. Muchos eran de otros emprendedores que también habían luchado contra la ansiedad y desdicha. (Para conocer más sobre los pensamientos de Feld acerca de la depresión revisar su columna, “Surviving the Dark Nights of the Soul”, en la edición de Inc. de Julio/Agosto) “Si vieras la lista de los nombres te sorprenderías demasiado”, dice Feld. “Son gente exitosa, muy conocidos, muy carismáticos-; sin embargo ellos han luchado contra esto silenciosamente. Existe un sentimiento de que no pueden hablar sobre ello, de que demuestra debilidad o humillación o algo. Ellos sienten que se están escondiendo, lo que hace todo esto peor.”

Si tú tienes un negocio probablemente todo esto te suene familiar. Es un trabajo estresante que puede crear turbulencia emocional. Para los principiantes hay un riesgo alto de fracasar. Tres de cuatro start-ups respaldados fracasan, según la investigación llevada a cabo por Shikhar Ghosh, un profesor de la Harvard Business School. Ghosh también descubrió que más del 95 por ciento de los start-ups no alcanzan sus proyecciones iniciales.

Los emprendedores frecuentemente juegan muchos roles y deben enfrentarse a innumerables contratiempos—pérdida de clientes, disputas con sus socios, mayor competencia, problemas con el staff—todo esto mientras que luchan por ganar su sueldo. “Existen eventos traumáticos a través de todo el proceso”, dice el psiquiatra y ex emprendedor Michael A. Freeman, quien está investigando sobre salud mental y entrepreneurship.

Para complicar aún más las cosas, los nuevos emprendedores frecuentemente se vuelven menos resistentes al dejar de lado su bienestar físico. Comen mucho o muy poco. No duermen lo suficiente. No hacen deporte. “Puedes estar en un modo start-up, en el cual te exiges mucho y abusas de tu cuerpo,” dice Freeman. “Esto puede generar vulnerabilidad emocional.”
No nos debería sorprender que los emprendedores sufran de mayor ansiedad que los empleados.  En el último índice de bienestar de Gallup-Healthways, 34 por ciento de los emprendedores—4 por ciento más que el resto de los trabajadores—reportaron estar preocupados. Y 45 por ciento de los emprendedores dijeron estar estresados, 3 por ciento más que el resto de los trabajadores.

Pero puede ser más que un trabajo estresante lo que empuja a los fundadores al abismo. De acuerdo a los investigadores, muchos emprendedores poseen ciertos rasgos innatos en su carácter que los haces más vulnerables a los cambios de humor. “Las personas que son energéticas, motivadas, y creativas son más proclives a ser emprendedores y a tener fuertes estados emocionales,” dice Freeman. Esos estados pueden incluir depresión, desdicha, desesperanza, sensación de ineptitud, pérdida de la motivación y pensamientos suicidas.

Llamémoslo el lado negativo de estar motivado. La misma predisposición pasional que lleva a los fundadores despreocupadamente al éxito puede a veces consumirlos. Los dueños de las empresas son “vulnerables al lado oscuro de la obsesión,” sugieren los investigadores del Swinburne University of Technology en Melbourne, Australia. Ellos entrevistaron a los fundadores para realizar un estudio sobre la pasión de emprender. Los investigadores descubrieron que muchos sujetos daban señales de poseer una obsesión clínica, incluyendo fuertes sentimientos de angustia y ansiedad, que tienen “el potencial de generar problemas a la hora de actuar, escribieron en un paper publicado en el Entrepreneurship Research Journal de abril.

Reforzando este mensaje se encuentra John Gartnet, un psicólogo practicante que enseña en el Johns Hopkings University Medical School. En su libro “The Hypomanic Edge: The Link Between (a Little) Craziness and (a Lot of) Success in America”, Gartner argumenta que un temperamento a menudo pasado por alto —hipomanía—puede ser responsable de algunas fortalezas y debilidades de los emprendedores.

Una versión más suave de la manía, la hipomanía frecuentemente ocurre en los familiares de los maníacos depresivos y afecta, aproximadamente, del 5 al 10 por ciento de los americanos. “Si eres maníaco te crees Jesús,” dice Gartner. “Si eres hipomaníaco te crees el regalo de Dios a la inversión tecnológica. Estamos hablando de diferentes niveles de grandiosidad pero con los mismos síntomas.”

Gartner teoriza sobre el hecho de que hay tantos hipomaníacos—y tantos emprendedores—en Estados Unidos porque el carácter nacional de nuestro país surgió con las olas de inmigración. “Somos una población auto seleccionados,” él dice. “Los inmigrantes tienen una ambición inusual, energía, motivación y tolerancia al riesgo que hace que se arriesguen para tener una mejor oportunidad. Estos son rasgos del temperamento biológicamente originados. Si tu plantas estos en una población entera obtendrás una nación de emprendedores.” Aunque son arriesgados e innovadores los hipomaniacos tienen un mayor riesgo de padecer depresión que el resto de la población, aclara Gartner. El fracaso puede fomentar estos episodios de depresión, por supuesto, pero también lo puede cualquier cosa que frene el impulso de un hipomaníaco. “Son como border collies—tienen que correr,” dicer Gartner. “Si los mantienes adentro, ellos se comen los muebles. Se vuelven locos; ellos simplemente se pasean. Eso es lo que los hipomaníacos hacen. Necesitan estar ocupados, activos, con exceso de trabajo.”
Sin importar cuál sea tu estructura psicológica, grandes contratiempos en tu negocio pueden noquearte. Inclusive a emprendedores experimentados se les han fastidiado los planes. Mark Woeppel lanzo en 1991,  Pinnacle Strategies, una firma de consultoría de gestión. En 2009 su teléfono dejo de sonar.

Afectados por la crisis financiera global, sus clientes de repente estaban más preocupados por sobrevivir que por incrementar su output. Las ventas se desplomaron un 75 por ciento. Woeppel despidió su media docena de empleados. En poco tiempo, se deshizo de sus activos: coches, joyas, todo lo que podía vender. Su fuente de confianza estaba disminuyendo también. “Como CEO, tienes esta imagen de ti mismo—eres el maestro del universo,” él dice. “Luego de repente, no lo eres más.” Woeppel dejó de salir de su casa. Ansioso y con la autoestima baja, él empezó a comer demasiado—y subió 50 libras. A veces buscaba un alivio temporal en una vieja adicción: tocar la guitarra. Encerrado en un cuarto, el practica solos de Stevie Ray Vaughan y Chet Atkins. “Era algo que podía hacer sólo por el amor de hacerlo,” él recuerda. “No había más nada que yo, la guitarra, y la paz.”

A pesar de todo, el siguió trabajando para desarrollar nuevos servicios. Solo esperaba que su compañía existiese el tiempo necesario para poder venderlos. En 2010, los clientes comenzaron a volver. Pinnacle logró su más grande contrato, con un productor aeroespacial, en un papel blanco que Woeppel había escrito durante su crisis. El año pasado, la ganancia de Pinnacle llegó a los $7 millones. Las ventas han crecido más del 5,000 por ciento desde el 2009, dándole a la compañía el lugar número 57 en el Inc. 500 de este año. Woeppel dice que es más resistente ahora, gracias a los tiempos duros. “Yo solía creer que ´Mi trabajo soy yo´” él dice. “Luego fracasas. Y descubres que tus hijos aun te quieren. Tu esposa aun te quiere. Tu perro aun te quiere.”

Pero para muchos emprendedores las heridas de guerra nunca sanan por completo. Este fue el caso de John Pope, CEO de WellDog, una empresa de tecnología de energía de Laramie, Wyoming. El 11 de diciembre de 2002 Pope tenía exactamente $8.42 en el banco. Estaba 90 días atrasado en el pago de su auto. Estaba 75 días atrasado en su hipoteca. La IRS había archivado un derecho de retención en su contra. Su teléfono, celular, y cable de TV habían sido cortados. En menos de una semana la compañía de gas natural tenía planeado suspender el servicio que le brindaba a la casa que él compartía con su esposa e hijas. Entonces no habría calefacción. Su compañía estaba esperando una transferencia bancaria de la empresa petrolera Shell, una inversión estratégica, luego de que meses de negociaciones terminaran con la firma de un contrato de 380 hojas. Por lo que Pope esperó. La transferencia llegó al día siguiente. Pope—junto con su compañía—fue salvado. Luego hizo una lista de todas las maneras en que se había extralimitado financieramente. “Me voy a acordar de esto,” él recuerda haber pensado. “Es lo más lejos que estoy dispuesto a llegar.”

Desde ese momento WellDog ha despegado: en los últimos tres años las ventas crecieron más del 3,700 por ciento, llegando a los $8 millones, haciendo que la compañía sea número 89 en el Inc. 500. Pero las heridas emocionales de los años de turbulencia persisten aún. “Siempre está ese sentimiento de estar desbordado, de nunca poder relajarse,” dice Pope. “Terminas teniendo un problema de confianza serio. Sientes que cada vez que encuentras seguridad algo pasa que te la quita.” Pope a veces se encuentra sobre reaccionando emocionalmente a cosas pequeñas. Es un patrón comportamental que le recuerda al trastorno de estrés post traumático. “Algo pasa y tú te vuelves loco por eso,” él dice. “Pero la escala del problema es mucho menor que la escala de tu reacción emocional. Esto sucede por la herida de haber pasado por estas cosas.”

Aunque crear una compañía siempre será una experiencia alocada, llena de cosas buenas y malas, hay cosas que un emprendedor puede hacer para evitar que sus vidas pierdan el control, dicen los expertos. Lo más importante de todo es dedicarle un tiempo a tus seres queridos, sugiere Freeman. “No dejes que tu empresa destruya tu relación con los seres humanos,” él dice. Cuando se trata de luchar contra la depresión, las relaciones con los amigos y familia pueden ser armas poderosas. Y no tengas miedo de pedir ayuda— consulta a un profesional de la salud mental cuando experimentes síntomas de ansiedad significativa, trastorno de estrés post traumático, o depresión. Freeman también aconseja que los emprendedores limiten su actividad financiera. Cuando se trata de evaluar riesgos, los puntos ciegos de los emprendedores suelen ser lo suficientemente grandes como para conducir un camión, él dice. Las consecuencias pueden afectar no solo tu cuenta en el banco sino también tus niveles de estrés. Por lo que pon un límite a la cantidad de dinero que estás dispuesto a invertir. Y no dejes que amigos y familia pongan más de lo que están dispuestos a perder.

El ejercicio aeróbio, una dieta saludable, y dormir suficientemente, ayuda también. Además, ayuda cultivar una identidad separada de la tu compañía. “Construí una vida centrada en la creencia de que la autoestima no es lo mismo que el patrimonio neto,” dice Freeman. “Otras dimensiones de tu vida deberían ser parte de tu identidad.” Ya sea que estés criando una familia, estés en el directorio de una organización local de caridad, o yendo a bailar swing en los fines de semana, es importante que te sientas exitoso en áreas no relacionadas con el trabajo.
La habilidad de replantearse el fracaso y las pérdidas también puede ayudar a los líderes a mantenerse mentalmente saludable. “En vez de decirte a ti mismo, ‘Yo fracasé, la empresa fracasó, soy un perdedor,’” dice Freeman, “mira los hechos desde una perspectiva diferente: el que no arriesga no gana. La vida es un proceso constante de prueba y error. No exageres la experiencia.”
Por último, sé abierto sobre tus sentimientos—no escondas tus emociones, inclusive en la oficina, sugiere Brad Feld. Cuando estás dispuesto a ser emocionalmente honesto, él dice, puedes conectarte con las personas alrededor tuyo. “Cuando te niegas a ti mismo y le niegas a los demás como eres, las personas pueden ver eso,” dice Feld. “El estar abierto a ser vulnerable es muy poderoso para un líder.”

By: Jessica Bruder - De la edición de la revista Inc. de septiembre 2013.

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